Sobre mí/ About

Amor por la fotografía... y enamorado de Puebla de la Sierra.

Todo está en blanco. Tabula rasa. Con ilusión y entusiasmo infinitos me embarco en esta pequeña aventura. 

Desde hace algunos años llevo una cámara colgada del hombro adondequiera que vaya. Las personas de mi entorno más cercano bromean a menudo con esto. Las más lejanas se sorprenden, no lo entienden, o ambas cosas. Cierto, los teléfonos móviles actuales son cada vez más capaces. Sin embargo, para mí, el cambio de estado de precepción de fotografiar con un móvil a usar una cámara es descomunal. Empuñar una cámara y observar por el visor me introduce en una burbuja invisible dentro de la cual los sentidos se agudizan a la par que se percibe el mundo de otra manera. Y en el interior de esa burbuja soy feliz. 

Me embarco en este proyecto no sin muchos titubeos y dudas. La fotografía es una pasión, una vía de escape de la rutina cotidiana y laboral que con frecuencia te atrapa, inmisericorde. Un modo de sentir el mundo y, por qué no, de vivir.  En sus muchísimas modalidades, me siento atraído por casi todas. El tiempo que puedo disfrutar de ella es, por desgracia, muy reducido por razones fundamentalmente de trabajo. No es muy original el argumento. Sin embargo, a menudo espoleado por familiares, amigos y conocidos, y evidentemente por mí mismo, merece la pena este "salto al vacío".

Muchas de mis fotografías están ambientadas en la Sierra de El Rincón, y más concretamente en La Puebla de La Sierra. La fotografía de paisaje, de naturaleza, y me atrevería a decir también urbana ofrece allí muchas posibilidades. Máxime cuando la serenidad y la paz del lugar, junto con la pérdida de la noción del tiempo se conjugan en este lugar para disfrutar al máximo de este arte.


Me siento un afortunado visitante de Puebla de la Sierra, y un  enamorado incondicional del lugar desde que mis retinas la contemplaran por primera vez. 

Mi idilio con ella comenzó sobre ruedas. Sobre dos ruedas para ser exactos. Un sábado soleado de primavera del año 2011, inmediatamente después de disponer de mi carnet de moto A1, busqué en internet rutas en motocicleta en la provincia de Madrid que merecieran la pena. Puebla aparecía en primer lugar, y más abajo en la búsqueda de Google con bastante frecuencia. Parecía sencillo llegar allí, y las reseñas eran muy positivas. Me enfundé la ropa adecuada, el casco, y antes de vislumbrar la luz del día estaba arrancando mi moto azul limitada de prestaciones, como impone aquel permiso A1. Por la autovía A1.

 

Tras alcanzar el Puerto de la Puebla desde Prádena del Rincón,  las vistas y el horizonte de aquel valle me dejaron sin palabras, y al llegar abajo saboreando lentamente revueltas y curvas, aparqué donde pude.

Aprecié sin mucho esfuerzo la uniformidad del paisaje "urbano", el color oscuro de las piedras y la aparente geometría de sus calles y callejones. Tras un breve paseo y un refresco regresé a casa, más que contento con el estreno del carnet, y con la excursión. El caprichoso destino quiso que un año más tarde, unos amigos adquirieran una casa en Puebla. Intentamos ir cada verano a las casas rurales de allí, unos días. El pueblo y el entorno ofrecían infinidad de posibilidades, y la estancia era muy agradable. El paso de los años ha hecho posible visitas más frecuentes. Cuando no lo son, merece la pena escaparse de madrugada desde Madrid para pasar sólo un rato y estar de regreso a mediodía. Para los amantes de la naturaleza y de las actividades al aire libre como yo, apreciar allí el paso de las estaciones es un privilegio, y es inevitable coger aprecio y cariño a muchas de sus gentes.

 

Ojalá esto sea sólo el principio. Comenzamos con el entusiasmo completamente cargado.

Serge LeblinkPhotography
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